miércoles, 23 de junio de 2010

¿Propiedad de la Cultura?


Donde quieras que estés ha de llegarte la ofrenda de mi voz y agradecerte el luminoso trazo que nos dejas
-Chabuca Granda-

“Muerte Social a LLajtaymanta!!!” es el nombre de uno de los varios grupos creados en la red social facebook que reprueban que el conjunto folklórico orureño haya compuesto una canción con ritmo de caporal para una agrupación peruana de danza. Han sido creados también grupos que reprueban al Grupo Femenino Bolivia por una acción similar, en su caso una morenada. La censura se ha originado esencialmente porque en ambas interpretaciones se sugeriría que las danzas pertenecen o son patrimonio del Perú.

A partir de la reprobación social que generó el hecho, el Ministerio de Culturas citó a la agrupación Llajtaymanta y pidió cambiar parte de la letra de la canción antes de registrarla en el Servicio Nacional de Propiedad Intelectual; el grupo decidió retirar la canción de su nuevo CD, y anunciaron que “la próxima vez tendrán cuidado”. El ministerio ha anunciado que también solicitará un informe al Grupo Femenino Bolivia.

La reacción popular ha sido ambigua, por un lado se ha pedido aclarar que las danzas son eminentemente bolivianas aunque también se ha advertido reconocimiento a la trayectoria y aporte de los grupos mencionados. Han surgido también expresiones de patrioterismo que dicen que la música boliviana es la mejor del mundo, que tenemos el folklore más rico, etc. El historiador Fernando Cajías, rayando en la ligereza, llegó a afirmar que “en Perú no hay compositores como los bolivianos. De ahí que los danzarines recurren a nuestros músicos. Ésta es una prueba de la fuerza de la creatividad nacional” (La Razón, 11.05.10), suponemos que el señor Cajías no se ha enterado que la canción que más popularidad ha dado precisamente al grupo Bolivia, el huayño “Nostalgia”, es de inspiración de Paul Trejos, compositor peruano nacido en Ayacucho.

Estos acontecimientos ya tienen varias semanas y no es una discusión nueva. La discordia tuvo un capítulo anterior hace un año cuando Bolivia y Perú discutieron sobre la diablada después de que la representante peruana al Miss Universo luciera un traje de esa danza como si fuera típica de su país. Poco tiempo después un congresista peruano anunció que demandaría al presidente Morales por decir que el Ekeko era únicamente boliviano. Unos años antes se vio ejecutar la danza de la Diablada en fiestas chilenas y también se manifestó un notable rechazo popular dando lugar a la reprobatoria y a la vez jocosa danza de la “diablura chilena” que se presenta en el carnaval de Oruro.

La observación que ha realizado el Ministerio de Culturas dice que casos como los mencionados pueden afectar, con la letra, la preservación del patrimonio nacional; que las menciones de “caporal genuino” y “morenada patrimonio” ayudarían a una campaña de plagio de las manifestaciones bolivianas por parte del país vecino. En ese sentido, el ministerio estaría analizando normativas que reglamenten la salida de artistas nacionales para que cuando lleven su música fuera del país presenten sus obras con sello boliviano.

Pero más allá de la controversia local, ¿se plantea realmente un límite a la difusión externa de la música producida en Bolivia?

Nociones como patrimonio intangible, patrimonio inmaterial, diversidad cultural, identidad y memoria son conceptos que implican procesos de construcción colectiva, que es propiedad de todos y que a todos debe revertir. Este es un discurso vigente liderado por UNESCO, y tiene un sentido opuesto a la ideología de propiedad privada que induce a pensar en la creación cultural como producto y objeto económico y sobre el que se debe ejercer derechos de propiedad.

El registrar e imponer derechos de propiedad a la producción artística y tradicional implicaría, aunque no fuera la intención inicial, la utilización de éstos a través de compensaciones económicas. Precisamente en el último tiempo se ha notado una tendencia global hacia la generación de derechos de propiedad sobre la creatividad humana, incluidas invenciones, obras artísticas, símbolos, nombres e imágenes y también programas informáticos y bases de datos.

El enfoque que defiende la propiedad argumenta que la mejor manera de promover la creatividad e innovación es generando derechos propietarios, dado que así se recompensaría el esfuerzo creativo cuidando además la inversión necesaria para realizar la invención. En ello los conocimientos tradicionales serían una ventaja para regiones poco desarrolladas pero ricas en cultura; los derechos de propiedad les permitiría participar de manera competitiva en los mercados mundiales.

Pero los mercados mundiales son muy lejanos de los modelos de competencia perfecta. Los territorios de menor desarrollo serían tentados (presionados) de comercializar patentes, derechos de autor y otros en favor de compañías externas. Así existe el riesgo de que el asignar propiedad a los conocimientos tradicionales y al folklore desemboque en un aporte al proceso de privatización que favorece la competitividad e interés privado.

Si la cultura se considera esencia del hombre y el acceso universal un derecho básico, ésta deberá desarrollarse sin ningún tipo de obstáculo. En una época en que el desarrollo tecnológico posibilita poder compartir el conocimiento, la creación intelectual y el arte, hay que compaginar los derechos de los autores sin criminalizar la cooperación mutua y penalizar la libre circulación de saberes y experiencias.

En esencia, se trata de reconocer que la cultura o las culturas son dinámicas, compartidas, que (afortunadamente) no se rigen a las fronteras políticas y no tienen un único dueño, quizá sea tiempo de dejar de pensar que "las expresiones del folklore" son heredades inamovibles a las que sólo se debe admirar con asombro

Las prácticas culturales son de las pocas actividades que realmente no tienen fronteras, migran con la gente, viajan con el tiempo y se adueñan de quién menos lo espera. Hay diferentes formas de apropiación de las prácticas culturales, sin embargo se advierte también un afán de retención o atribución del folklore que no acabamos de comprender. Siendo que lo claro es que tenemos más elementos en común con todos los territorios latinoamericanos.

Guardamos acuerdo con la idea de legitimar y reconocer el origen de una expresión, pero adherimos a la idea de celebrar la diversidad cultural y su dimensión colectiva y no sólo dentro la interpretación musical, si no dentro los esfuerzos por los movimientos en favor del software libre, el copyleft, la libertad de expresión y la defensa de la dimensión pública del patrimonio cultural, la autogestión y la comunicación.

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