martes, 13 de abril de 2010

Desde el cine de Jorge Sanjinés

Después de mucho tiempo hace unos días tuvimos la posibilidad de disfrutar de una entrevista realizada por el venezolano Walter Martínez a Jorge Sanjinés, autor de obras de referencia fundamental en el cine boliviano e importante aporte al cine mundial.

Las realizaciones de Sanjinés o el Grupo Ukamau (como él prefiere decir, saliendo de la individualización), han revelado en casi medio siglo de labor, películas de alto valor, tanto estético como de contenido; que fueron además obras que implicaron decenas de reconocimientos en distintas partes del mundo (Cannes, Joris Iyens, Flaherty, Espiga de Oro, Georges Sadoul, Concha de Oro de San Sebastian, etc.). Sin embargo no nos referiremos aquí ni a las cualidades técnicas ni a la rememoración de las historias que nos contó éste cineasta. Recordaremos algunos de los principios del trabajo del grupo Ukamau que creemos serían útiles tomar en cuenta en el contexto actual.

Ukamau fue (y suponemos que es aún) un colectivo, un grupo de personas que pretendía contribuir al proceso de liberación del pueblo desde la práctica de un cine militante, que fue llamado “el tercer cine” o “cine de la liberación”, y que tenía como fundamento el compromiso político de sus realizadores con una visión de carácter social que proponía la descolonización del “tercer mundo” a partir del autoreconocimiento. Se aportaba a aquel proceso desde la construcción de una expresión cinematográfica auténtica, nacida del pueblo y para la toma de conciencia del mismo pueblo.

En ese camino Sanjinés y el grupo aprendieron y comprendieron, mediante la experiencia, una manera de realizar su arte. Y conocieron también nuestro país, o cuando menos parte de él; observaron un contexto ajeno a la cotidianidad urbana y lograron legitimidad para expresar aquella importante realidad.

Como fruto de la visión lograda en la convivencia con el pueblo, alrededor del año 1980 Jorge Sanjinés previó que más o menos en 20 años más se tendría en Bolivia un presidente indígena. No se equivocó, pero no por buen previsor nada más, sino porque conoció lo que pasaba dentro y en ese conocimiento aprendió algunas lecciones que haría bien recordar. Tanto a quienes decidimos sobre nuestras vidas como a quienes deciden en relación al acontecer de colectividades.

Uno de los aprendizajes fue que no se debería olvidar el riesgo permanente de que en la búsqueda de una identidad estemos mirándonos sin vernos, es decir, miremos nuestro entorno inmediato y no al conjunto, no a la colectividad. El riesgo consiste en que en el camino no encontremos la identidad esperada porque no se está observando más allá de uno mismo.

Sanjinés mencionaba que la cinta Ukamau narra la historia de una venganza, además de ser una alegoría del maltrato hacia los hombres originarios y una premonición del proceso actual, “donde son los indios quienes recuperan la soberanía del país y deciden su futuro”. Se pretendía ilustrar también el accionar del hombre andino ante acontecimientos violentos, no la venganza sino demanda de justicia y horizontalidad en los actos. Allí se muestra que en el mundo andino las relaciones tradicionales de poder se nutren de la idea del poder no concentrado, la práctica del poder no vertical, que tiene como base el establecimiento de relaciones de igualdad, de lo “orgánico”, adjetivo que se menciona con frecuencia en varios de los discursos del partido de gobierno actual.

En ese contexto, mucha de la fortaleza en cuanto al surgimiento y consolidación de la estructura de gobierno actual era ésta, el poder no concentrado, lo orgánico; mandar obedeciendo. Sin embargo las apariencias actuales indican que la gestión del poder tal como se la ha venido haciendo desde el palacio quemado requiere, o está asumiendo la idea de un poder concentrado, distinta de la visión andina, costumbre que los actuales gobernantes no han podido eludir y parecen enmarcados en un rumbo que favorece el ejercicio de este del poder desde el centro político.

Quizá es posible ver ahora sin dificultad lo que intentaba mostrar hace más de 15 años “Para recibir el canto de los pájaros”, que suele ocurrir incluso en quienes dicen hallarse en un proceso de cambio, que persisten las conductas coloniales, que éstas no han sido superadas a pesar del discurso del “proceso”, que seguimos siendo de muchas maneras invasores con prejuicios y conductas que favorecen el bien particular o de grupo antes del general.

En procesos políticos como el que vive nuestro país, es lógica la búsqueda de hegemonía, es quizá incluso necesaria, pero no debería perderse de vista que el predominio cultural y político se basará idealmente en el consenso (como plantea Gramsci, uno de los autores favoritos del Vicepresidente). Sin embargo en el último tiempo se ha ido percibiendo una suerte de giro de lo orgánico horizontal hacia lo vertical, generando la impresión de que lo que se está priorizando ya no es la conformidad común, sino el afianzamiento de una estructura de poder establecida sobre el individuo y no el colectivo. Hace tiempo el ex senador y hoy candidato a Gobernador Lino Villca decía: “el espíritu original del movimiento indígena se diluye (…) se ha levantado una cortina de humo alrededor del hermano Evo Morales que no lo deja avanzar según el objetivo original”

La película “La Nación Clandestina” ilustraba la historia y necesidad del hombre de volver a su origen, de no poder vivir sin ser él mismo, de la vuelta a la identidad. Sanjinés indicaba que ésta película puede entenderse también como una alegoría al proceso. Todos deberíamos intentar aprehender nuevamente las sugerencias del cine de Ukamau, quizá con más énfasis los operadores del gobierno actual.

2 comentarios:

e.c. dijo...

ahhhh pinche,cambiaste el final.

e.c. dijo...
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